Emprender con Design Thinking, por Rocío García Ramos, CEO de Dinngo.

Ya han pasado varios años desde que emprender se puso de moda. Muchas personas, más de lo habitual, decidieron aprovechar sus circunstancias para lanzar un nuevo producto o servicio. En definitiva, empezar un nuevo proyecto. La mayor parte de ellas se encontraron en las mismas circunstancias que las empresas ya existentes: entraban a formar parte de sectores colapsados por la oferta, en la que la ventaja entre los participantes era puramente comparativa y pocas veces competitiva. Esto tenía como consecuencia terminar ahogadas en sus esfuerzos por llevarse una pequeña parte del pastel. Si te suena esta situación, es que probablemente hayas leído el fantástico libro: “La estrategia del Océano Azul”.

Cuando comenzamos un nuevo proyecto generalmente nos acompaña una gran dosis de entusiasmo y de optimismo, y la seguridad de que nuestra idea es fantástica. Pero cuando vamos avanzando en el desarrollo de nuestra solución, a menudo encontramos que nuestra idea no es tan original, o que a nuestros clientes no les entusiasma tanto como a nosotros. Combatir esto es clave para el éxito, y más si nuestro proyecto está enmarcado dentro del emprendimiento social. Si queremos desarrollar soluciones que ayuden a las personas, debemos entender realmente las necesidades de los usuarios para los cuales estemos trabajando. Es difícil pero se puede hacer, sobretodo si dominas el Design Thinking.

El Design Thinking es un método que te permite desarrollar soluciones innovadoras que estén basadas en las necesidades reales de los usuarios. Actualmente muchas empresas lo utilizan en sectores muy diversos: salud, tecnología, banca, incluso innovación social. Está caracterizado por tres aspectos principales:

Debes empatizar con tu usuario y su contexto: No podemos tomar decisiones en base a suposiciones, sino que debemos conocer los problemas, necesidades, deseos y contexto de las personas para las cuales estemos planteando una solución. Y a eso sumarle una investigación exhaustiva de tendencias y referentes actuales.

Pongamos un ejemplo: Hace unos años hubo una iniciativa en África, que consistió en poner una depuradora de agua con una tienda en la que las mujeres podían llevarse bidones de agua limpia a un precio simbólico. Y así ahorrarse kilométricas caminatas hacia el pozo más cercano, que generalmente estaba corrompido. ¿Pensáis que funcionó? Pues no, porque las personas encargadas del proyecto no eran conscientes de que esas largas caminatas permitían a las mujeres hablar entre ellas, socializar, y contarse sus novedades y problemas mientras estaban lejos de sus maridos.

Entender a nuestros usuarios es crucial para desarrollar soluciones de éxito. Hace unos meses, en Dinngo, una multinacional nos pidió idear un proyecto para mejorar la comunicación entre sus empleados. Una cosa que descubrimos tras empatizar con muchos de ellos era que llevaban años hablando con personas vía teléfono o mail, pero que no conocían sus caras. Esto no lo habríamos descubierto si no hubiéramos hablado con ellos. Y tenerlo en cuenta en la definición de la solución les aportó mucho valor. Cuanto más valor aportes a tus usuarios, más aceptación y potencial de cambio tendrán tus proyectos. 

El Design Thinking defiende, además, que hay que trabajar de forma colaborativa. Cada persona puede aportar, no sólo por su perfil profesional, sino por su bagaje personal. Por lo tanto promueve la creación de equipos heterogéneos en sexo, cultura y edad. Personas que sean curiosas, y capaces de pensar de forma divergente, poniendo en duda el Status Quo. En definitiva, equipos que no hayan perdido su mentalidad de niños.

Basado en esto nació, por ejemplo, la red internacional “Change by Design”, que enseña a niños de todo el Mundo los fundamentos del Design Thinking para que den con soluciones innovadoras a problemas de su comunidad.

Finalmente, otro de los rasgos fundamentales del Design Thinking es el fomento de la diversión. Defiende que las personas que se lo pasan bien mientras trabajan son más productivas, tienen menos miedo a equivocarse, y terminan proponiendo soluciones más innovadoras. Esto es algo que se toma muy en serio Google, que permite a sus trabajadores dedicar un 10% de su tiempo a desarrollar proyectos propios, fomentando así la innovación dentro de la empresa.

Por lo tanto, si quieres desarrollar proyectos de éxito, comienza por practicar estos fundamentos del Design Thinking, poniendo en valor a tus usuarios potenciales, y también a tu equipo. Este es el principio. Para saber cómo es el proceso y algunas de sus técnicas, te recomiendo que visites nuestra plataforma: “Design Thinking en Español”. Por cierto, nació con el objetivo de democratizar el acceso a información sobre el método para toda la comunidad Iberoamericana, y para idearlo, usamos Design Thinking. A día de hoy ha superado las 110.000 páginas vistas al mes de más de 130 países. El Design Thinking funciona…¿A qué esperas para practicarlo?.

 

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