España suspende en la accesibilidad para personas con discapacidad

La accesibilidad continúa siendo una asignatura pendiente en nuestro país. Y no nos referimos a la totalidad del territorio, donde está claro que andamos muy lejos de conseguirla, sino a las capitales de provincia.

A continuación repasamos un estudio elaborado recientemente por la Fundación ONCE e IdenCity que analiza cómo afectan estas carencias a las personas con discapacidad. En este informe, conocido como Índice Smart, estas organizaciones comprometidas en la inclusión de los colectivos vulnerables en nuestra sociedad han evaluado la universalidad del concepto «accesible» en las localidades que aspiran a ser smart cities (ciudades inteligentes, por su traducción del inglés) de nuestro país.

La accesibilidad es una de las claves de las ciudades inteligentes y, en este aspecto, España aún tiene que progresar para evitar las desigualdades.

Hacer una ciudad accesible implica acabar con las barreras que impiden que quienes se encuentran en ella puedan disfrutar de sus servicios en igualdad de condiciones. No nos referimos solo a las barreras arquitectónicas, sino también a las que existen para quienes tienen mermado alguno de sus sentidos o presentan diversidad funcional.

«Los problemas de accesibilidad para las personas con discapacidad no se encuentran únicamente en nuestras calles, puesto que la exclusión se extiende hacia el ámbito digital.»

 

Los problemas para las personas con discapacidad no están solo en nuestras calles, puesto que la exclusión también puede darse en el ámbito digital. Se produce entonces la paradoja relativa a que unas medidas destinadas a potenciar el acceso a contenido de la población pueden complicar el de sus perfiles más desfavorecidos, cuando se supone que las capitales, por su condición de referencia, han de ser determinantes en la disminución de la brecha digital.

Es, de hecho, una de las deducciones que arroja el estudio cuando analiza los servicios de open data municipales. No en vano, el rendimiento, respecto a la condición de accesibilidad de nuestras ciudades, se queda en el 36,4 % según dicho estudio. Tenemos, por tanto, un amplio margen de mejora.

La escasez de datos fiables sobre las ciudades accesibles es uno de los problemas con los que los investigadores se han encontrado. Sin embargo, hay cuestiones que permiten mirar el futuro con optimismo. Por ejemplo, el 75 % de las páginas web de los ayuntamientos, en el apartado que nos ocupa, obtiene el nivel AA. Y el 20 % de las estaciones de tren de media y larga distancia dispone del servicio Dialoga, muy útil para quienes tienen carencias de oído.

De la misma manera que se ha corroborado que la movilidad y la gobernanza son los sectores que salen peor parados en relación con la accesibilidad, este estudio también se ha fijado en que los representantes de las ciudades españolas cada vez están más implicados en el desarrollo de espacios inteligentes.

En definitiva, la accesiblidad de nuestro país sigue siendo mejorable, pero ya sabemos en qué aspectos está fallando, lo cual hace vislumbrar próximos progresos.

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