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«Empresa Social-Cambio Social», por Jon Mancisidor

Empresa social. Economía social. Términos aparentemente contradictorios que van ocupando, juntos, su espacio en las políticas públicas europeas, Canadá, Latino América, Corea….Una de las lecciones aprendidas de la última crisis es que la economía social está resistiendo mejor su impacto, en términos de supervivencia , en términos de empleo.

¿Cómo se explica esto en una situación de máxima fragilidad en muchas empresas y sectores de la economía, con unos efectos tan negativos en las personas?

La empresa social lleva incorporada a su misión la atención y cobertura de necesidades sociales concretas. Los casos de Acopinb, Libertiendas de Prolibertas y Yosiquesé de Prode son casos paradigmáticos: personas con diversidades funcionales o en riesgo de exclusión. De alguna de ellas tuve la suerte de vivir sus primeros pasos en el Córdoba Social Lab. Hay otras que seguirán llegando: familias monoparentales, mujeres víctimas de violencia de género, enfermedad mental, paro de larga duración etc. etc. No pueden dejar de hacerlo, no pueden desfallecer , no pueden rendirse, han asumido voluntariamente ese compromiso con sus colectivos y no van a fallar.

Para ello se dotan de las herramientas de gestión propias de las empresas: planes estratégicos, cuadros de mandos, relaciones laborales, planes de tesorería, recurso a medios de financiación, orientación a  resultados. El resultado es importante. No hay actividad económica que se sostenga en el tiempo sin resultados económicos positivos recurrentes. No cumplirían su misión si no ganasen dinero, si los ingresos no fuesen superiores a los gastos.

Lo diferencial, lo peculiar de estas empresas sociales es que el beneficio no se distribuye entre ningún accionista, se destina a reforzar los recursos propios y poder seguir  así atendiendo a las necesidades de inversión o de tesorería, a mantener su independencia económica que les sitúe en condiciones de menor vulnerabilidad financiera. No hay ánimo de lucro, lo que supone sistemas de gobernanza diferentes, más democráticos, más participativos, donde las personas implicadas tienen voz y voto en la definición de las estrategias empresariales que conducen mejor al cumplimiento de la misión. Nadie se apropia de la plusvalía de los demás y se dotan de sistemas retributivos  igualitarios acordados en los que no existen excesivas diferencias salariales, no hay bonus y sí un grado de flexibilidad que permite sortear los momentos de debilidad de mercado.

La empresa social no necesita de la caridad pública ni privada , necesita de mercado donde poder desarrollar su actividad con eficiencia y generar impacto económico y, sobre todo, social. Necesita visibilización, herramientas financieras adecuadas a su formato legal. Necesita un sistema de compra pública que comparta sus objetivos de atención a los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad. Necesita agruparse con iguales, crear redes, compartir experiencias, formación y espacios de encuentro, reflexión y , por qué no decirlo, de contestación y reivindicación para ser agentes coordinados de cambio social. Para todo ello el Córdoba Social Lab es una herramienta imprescindible, innovadora, al servicio de las organizaciones y empresas sociales cordobesas .

Jon Mancisidor es Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad del país Vasco y Diplomado en Comercio Exterior por la Universidad Politécnica de Madrid. Tras sus estudios participó en un proyecto de investigación sobre agricultura vasca que tenía como objetivo medir la rentabilidad de la unidad de producción llamada «caserío» utilizando herramientas econométricas. Posteriormente fue Controller en una empresa siderúrgica vasca durante tres años y en 1978 se incorporó a BBK, donde ha permanecido 35 años hasta su jubilación.

«He tenido la oportunidad de trabajar en varias áreas, sucursales, departamento internacional, Banca de PYME y banca corporativa y, en los últimos 22 años, he estado al frente del área de relaciones externas , publicidad, branding, patrocinios, medios de comunicación, comunicación interna, obras sociales y responsabilidad social corporativa. Esta posición me ha dado la posibilidad de aplicar mi conocimiento y experiencia profesional utilizando herramientas financieras y habilidades de gestión para resolver problemas sociales como desempleo juvenil, discapacidades, exclusión, inmigración, etc. Centrado en ese objetivo, lanzamos un pequeño banco especializado en otorgar créditos a quienes no tenían acceso a él y a las empresas y organizaciones que se ocupan de ellos».  

Debido a esta actividad, fue miembro de la Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos (FEBEA), así como de varias fundaciones culturales y sociales, entre ellas el Museo Guggenheim Bilbao y el Museo de Bellas Artes, y otras dos fundaciones relacionadas con personas con enfermedades mentales.

«Ahora, estoy jubilado y soy miembro de otras dos fundaciones diferentes, Baltistan Fundazioa ,que trabaja en un programa de desarrollo humano sostenible en Baltistan, Pakistán, y soy Presidente de la Fundación EDE que se ocupa de proveer servicios de consultoría al tercer sector social y las instituciones públicas en el País Vasco e interviene en diferentes proyectos de inclusión social.

Ánimo y suerte».